Los términos en los que las políticas y el quehacer público han venido interactuando y midiendo el bienestar social en relación al crecimiento económico puro, han ido dejando dependiente de este y secundario en la agenda, la necesaria inversión en políticas de protección y en unas mínimas garantías sociales. Nos hemos centrado en el crecimiento económico hasta el punto de olvidarnos de nosotros mismos. Crecimiento que, dejado en manos del ámbito privado (la banca en esta crisis), quedaba fuera de los alcances del manejo de la gestión pública que deben hacer quienes tomas las decisiones, creando una brecha entre el crecimiento del capital y la mejora de la calidad de vida de las personas en sus diferentes dimensiones.
Las políticas públicas se han centrado en facilitar los mecanismos que el sector financiero requería; el incremento del consumo y generación de divisas, relacionando esto con una mejora en la calidad de vida. El “ser social” con las dimensiones que lo conforman; culturales, éticas, espirituales, emocionales etc. pasan por el filtro de poder “poseer para ser”, un ser éticamente monetarizado. El bienestar humano se compone de numerosas variables no monetarizables, que tienen que ver con las necesidades y nociones de libertad y de felicidad individuales donde una buena gestión de políticas públicas impacta más que una subida en índices en los mercados, la política económica no es un tema para dejárselo a los expertos en economía, es un aspecto transversal que hay que considerar a la hora de gestionar para la ciudadanía. La política económica es también una cuestión de ética.
Ni el crecimiento económico significa mejor distribución de la riqueza, ni el PIB per cápita es un indicador “interesante” para medir cuán bien vive la gente; Uruguay tiene menor PIB per cápita de Arabia Saudita ( mucho menor) sin embargo, la gente vive más tiempo, más mujeres saben leer y escribir, menos niños mueren antes de tiempo, y los derechos políticos y libertades civiles son plenamente respetados. Rusia es más rico que Costa Rica, sin embargo, sus habitantes viven vidas más cortas en un entorno más restringido políticamente, que decir de Cuba ...
Podemos observar que el crecimiento permite a la gente a vivir una vida mejor, pero sólo bajo ciertas condiciones, un crecimiento económico que ofrezca oportunidades para una mejor calidad de vida debe contemplar que las relaciones humanas no queden desvirtuadas por la búsqueda de riqueza material. Cada país debe conocer cuáles son las necesidades para el crecimiento de su población; mientras que Nigeria requiere probablemente de la provisión de bienes públicos para garantizar condiciones de vida dignas, una mejora en la calidad de las relaciones podría ser una condición prioritaria en el Reino Unido y en otros países de la OCDE . Es difícil desde una mirada europea entender la importancia que las garantías de una educación y acceso a salud o a participar políticamente suponen para nuestro desarrollo humano.
En relación al medioambiente, las economías no pueden crecer indefinidamente en un mundo de recursos finitos. El crecimiento económico ha ido acompañado de un rápido aumento de las emisiones de CO2, con pérdidas a corto plazo aún encubiertas, ya que en este tema tenemos sistemas de información deficientes que no pueden aún relacionar la producción con la degradación medioambiental.
Si nos preocupamos por el futuro de las generaciones, tenemos que revisar el crecimiento económico en conjunto, más específicamente, la comprensión de la prosperidad, que entendemos por crecer, mejorar y avanzar. La riqueza material tiene que cambiar en el lugar de prioridades políticas para que lo haga en las prioridades humanas, hay que generar una nueva perspectiva sobre la felicidad, y nuevas relaciones entre mercados, crecimiento económico y emociones. Los mercados son mecanismos para la asignación de recursos, ni más ni menos que eso. Cuando el crecimiento económico destruye el medio ambiente y trae más desigualdad; el aumento infinito de la producción y el consumo deben ser cuestionados.
Cómo a través de la política podemos ser más felices? Cómo sería una política centrada en el bienestar de las personas? Qué cambios serían necesarios? Cómo evitar actividades que desconocemos y que nos afectan tanto - mucho más de lo que creemos- a todos como por ejemplo las economías sumergidas? Cómo dar cuenta y mérito del tiempo no remunerado dedicado a ciudados de personas mayores, a la procuración de la niñez, al voluntariado? Cómo pueden estas políticas convertir en divisas correctamente la destrucción del medio ambiente generado por las actividades de producción?
La respuesta a las interrogantes no la tengo, obvio, y sé que no es sencilla, se me ocurre que sería favorable ver el medio ambiente como intrínsecamente bueno y no como un "capital natural" que puede ser utilizado irresponsablemente por el bien de beneficios económicos y riqueza material. Sería interesante crear una sociedad más equitativa y con más y mejor empleo, introducir un impuesto social de los bienes y actividades que tienen costos como los juegos de azar o la especulación financiera, o subsidiar el transporte público para que sea más asequible que el coche, también sería recomendable eliminar los paraísos fiscales e introducir regulaciones más estrictas para las empresas, dirigidas pagar el impuesto de sociedades, quizá también el apoyo a las cooperativas y los modelos alternativos de negocio. No utilizar a las personas y al medio ambiente como medio de creación de riqueza sino utilizar la creación de riqueza como un medio para servir a la gente y el medio ambiente; (en este punto es interesante observar algunas iniciativas encaminadas a este propósito; en Irlanda, el consumo de bolsas de plástico se redujo en un 90% después de la introducción de un impuesto que refleja su verdadero costo ambiental, haciendo a las economías más en sintonía con la visión de florecimiento humano). Y bueno existen muchas más que habría que repensar según los escenarios.
El objetivo de la actividad económica es dar las condiciones para que la gente viva florecientemente su vida humana en todas sus dimensiones (material, social, psicológica, política y espiritual). Las personas son los extremos, no los medios, de la economía. En 1990, ocurrió la primera crítica del PIB per cápita como indicador de progreso, de la mano de Naciones Unidas y su “índice de desarrollo humano” que plantea que el desarrollo no se basa en el crecimiento material, sino "en un proceso de expansión de las libertades reales de las personas, de su capacidad para elegir libremente la vida que quieren tener” a través de la capacitación de las personas como agentes activos de su propio desarrollo en un planeta compartido. Este enfoque va lento, pero parece que comienza a sentar algunas bases, gracias a que la actual crisis mundial confirmó el planteamiento que persomas como Sen, Stiglitz, Nussbaum y mucha gente más, ha venido planteando hace lustros. El camino ya comenzó, ahora solo queda despertar y adaptar las políticas públicas a un camino más cerca de las emociones y de la felicidad.
Las políticas públicas se han centrado en facilitar los mecanismos que el sector financiero requería; el incremento del consumo y generación de divisas, relacionando esto con una mejora en la calidad de vida. El “ser social” con las dimensiones que lo conforman; culturales, éticas, espirituales, emocionales etc. pasan por el filtro de poder “poseer para ser”, un ser éticamente monetarizado. El bienestar humano se compone de numerosas variables no monetarizables, que tienen que ver con las necesidades y nociones de libertad y de felicidad individuales donde una buena gestión de políticas públicas impacta más que una subida en índices en los mercados, la política económica no es un tema para dejárselo a los expertos en economía, es un aspecto transversal que hay que considerar a la hora de gestionar para la ciudadanía. La política económica es también una cuestión de ética.
Ni el crecimiento económico significa mejor distribución de la riqueza, ni el PIB per cápita es un indicador “interesante” para medir cuán bien vive la gente; Uruguay tiene menor PIB per cápita de Arabia Saudita ( mucho menor) sin embargo, la gente vive más tiempo, más mujeres saben leer y escribir, menos niños mueren antes de tiempo, y los derechos políticos y libertades civiles son plenamente respetados. Rusia es más rico que Costa Rica, sin embargo, sus habitantes viven vidas más cortas en un entorno más restringido políticamente, que decir de Cuba ...
Podemos observar que el crecimiento permite a la gente a vivir una vida mejor, pero sólo bajo ciertas condiciones, un crecimiento económico que ofrezca oportunidades para una mejor calidad de vida debe contemplar que las relaciones humanas no queden desvirtuadas por la búsqueda de riqueza material. Cada país debe conocer cuáles son las necesidades para el crecimiento de su población; mientras que Nigeria requiere probablemente de la provisión de bienes públicos para garantizar condiciones de vida dignas, una mejora en la calidad de las relaciones podría ser una condición prioritaria en el Reino Unido y en otros países de la OCDE . Es difícil desde una mirada europea entender la importancia que las garantías de una educación y acceso a salud o a participar políticamente suponen para nuestro desarrollo humano.
En relación al medioambiente, las economías no pueden crecer indefinidamente en un mundo de recursos finitos. El crecimiento económico ha ido acompañado de un rápido aumento de las emisiones de CO2, con pérdidas a corto plazo aún encubiertas, ya que en este tema tenemos sistemas de información deficientes que no pueden aún relacionar la producción con la degradación medioambiental.
Si nos preocupamos por el futuro de las generaciones, tenemos que revisar el crecimiento económico en conjunto, más específicamente, la comprensión de la prosperidad, que entendemos por crecer, mejorar y avanzar. La riqueza material tiene que cambiar en el lugar de prioridades políticas para que lo haga en las prioridades humanas, hay que generar una nueva perspectiva sobre la felicidad, y nuevas relaciones entre mercados, crecimiento económico y emociones. Los mercados son mecanismos para la asignación de recursos, ni más ni menos que eso. Cuando el crecimiento económico destruye el medio ambiente y trae más desigualdad; el aumento infinito de la producción y el consumo deben ser cuestionados.
Cómo a través de la política podemos ser más felices? Cómo sería una política centrada en el bienestar de las personas? Qué cambios serían necesarios? Cómo evitar actividades que desconocemos y que nos afectan tanto - mucho más de lo que creemos- a todos como por ejemplo las economías sumergidas? Cómo dar cuenta y mérito del tiempo no remunerado dedicado a ciudados de personas mayores, a la procuración de la niñez, al voluntariado? Cómo pueden estas políticas convertir en divisas correctamente la destrucción del medio ambiente generado por las actividades de producción?
La respuesta a las interrogantes no la tengo, obvio, y sé que no es sencilla, se me ocurre que sería favorable ver el medio ambiente como intrínsecamente bueno y no como un "capital natural" que puede ser utilizado irresponsablemente por el bien de beneficios económicos y riqueza material. Sería interesante crear una sociedad más equitativa y con más y mejor empleo, introducir un impuesto social de los bienes y actividades que tienen costos como los juegos de azar o la especulación financiera, o subsidiar el transporte público para que sea más asequible que el coche, también sería recomendable eliminar los paraísos fiscales e introducir regulaciones más estrictas para las empresas, dirigidas pagar el impuesto de sociedades, quizá también el apoyo a las cooperativas y los modelos alternativos de negocio. No utilizar a las personas y al medio ambiente como medio de creación de riqueza sino utilizar la creación de riqueza como un medio para servir a la gente y el medio ambiente; (en este punto es interesante observar algunas iniciativas encaminadas a este propósito; en Irlanda, el consumo de bolsas de plástico se redujo en un 90% después de la introducción de un impuesto que refleja su verdadero costo ambiental, haciendo a las economías más en sintonía con la visión de florecimiento humano). Y bueno existen muchas más que habría que repensar según los escenarios.
El objetivo de la actividad económica es dar las condiciones para que la gente viva florecientemente su vida humana en todas sus dimensiones (material, social, psicológica, política y espiritual). Las personas son los extremos, no los medios, de la economía. En 1990, ocurrió la primera crítica del PIB per cápita como indicador de progreso, de la mano de Naciones Unidas y su “índice de desarrollo humano” que plantea que el desarrollo no se basa en el crecimiento material, sino "en un proceso de expansión de las libertades reales de las personas, de su capacidad para elegir libremente la vida que quieren tener” a través de la capacitación de las personas como agentes activos de su propio desarrollo en un planeta compartido. Este enfoque va lento, pero parece que comienza a sentar algunas bases, gracias a que la actual crisis mundial confirmó el planteamiento que persomas como Sen, Stiglitz, Nussbaum y mucha gente más, ha venido planteando hace lustros. El camino ya comenzó, ahora solo queda despertar y adaptar las políticas públicas a un camino más cerca de las emociones y de la felicidad.
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