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A Dios la culpa

A Dios la culpa

Lara ( por decir un nombre) 13 años.
Enganchada a través un anuncio de modelos publicitarias hace 7 meses. Vendida 4 veces, cada uno de los padrotes la violaba y la explotaba sexualmente, para pagar deudas y  comercializar con su cuerpo. Para soportar el calvario - si eso es posible- le daban cocaína, con una cañita (popote o pajita según el país) sus "servicios" eran de 3 horas, incluían las torturas y los cortes, he visto esos cortes, he visto las heridas visibles y las invisibles, todas.

En dos ocasiones y debido a sobredosis la dieron por muerta, ella escuchó las conversaciones de los hombres mientras iban a tirarla a las faldas de un volcán. Para comprobar si continuaba con vida la golpeaba, como último aliento por luchar para salvar su vida lanzó un pequeño gemido, y entre risas de alivio por no haber perdido esa máquina de dinero los hombres la subieron de nuevo a la camioneta, como un saco, como pollos muertos, como algo que no vale nada, como algo, a secas.

La mamá deja su trabajo y se dedica a buscar a su hija, un día la encuentra, avisa desesperada a la policía, al cabo de seis horas llaman a la mamá y le dicen que su hija desapareció, después de ser rescatada ella nos cuenta que ellos la obligaron a subirse en una moto con otro maldito y desaparecer.

Niñas como Lara, por miles están en este país y en miles de países, encerradas en habitaciones de burdeles y prostíbulos, encerradas por ser niñas, por tener pechos, por ser mujeres, para satisfacer el apetito sexual de los hombres sin nombre, de los hombres que no representan en absoluto el concepto que hombres y mujeres albergamos de lo que significa ser hombre, de lo que significa ser persona, de lo que significa ser humano.

Lara, con todas las enfermedades que se iban sumando sobre su piel y su alma queda embarazada, primero se aterra, después piensa que tendrá algo cercano a su vida que sea puro, y que va a protegerlo con su vida si es necesario. Lara un día, cuando busca cómo escapar, encuentra unos papeles con un contrato, es su contrato de venta que habla de qué ocurrirá con la vida de su hijo si es niño; pasará a manos de un nuevo comprador para ser entrenado desde niño sobre como ser hombre macho que compra y vende mujeres, y cual será su destino si es niña; estará con su madre hasta los 6 años, a partir de ahí será entregada para trabajar en burdeles.

Lara se espanta, y jugándose la vida logra escapar. Después de algunas pruebas llega a una fundación que la acoge y libera, al menos un poco, de tanto sufrimiento, Lara ya no quiere tener un hijo o una hija, Lara sabe que estaba llena de cocaína cuando quedó embarazada, que estaba tóxica, Lara sabe que quiere dejar atrás ese terrible pasado y que cuando se le vayan curando las cicatrices visibles será más fácil, no puede querer vivir viendo como crece su hijo con cara de alguno de esos malditos, Lara quiere curarse y ser feliz, al menos intentarlo, pero Lara no puede, Lara está encerrada mientras ninguno de los malditos es detenido, tiene que seguir encerrada para proteger su vida, y además tiene que tener ese bebe porque está prohibida la interrupción legal del embarazo más allá de las 12 semanas, y ese plazo terminó hace unos días, Lara seguirá toda su vida recordando en los ojos de alguien que no decidió llegar a vivir, el modo cruel e inhumano en el que fue tratada, Lara, en nombre de Dios, no dejará nunca atrás el cautiverio, los golpes, ni las cicatrices.

María José Gómez
Fondo de Población de Naciones Unidas

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